Saliem Fakir Una nueva agenda comercial para un desarrollo resiliente al clima

Saliem Fakir Una nueva agenda comercial para un desarrollo resiliente al clima

Per-Anders Pettersson/Getty Images

CIUDAD DEL CABO – Mitigar los peores efectos del cambio climático exige conciliar ambición y justicia. Sin embargo, lograr tanto una transición energética justa como una acción climática global ambiciosa depende de reglas comerciales que fomenten un desarrollo equitativo. Para facilitar el cambio a economías con bajas emisiones de carbono, los países en desarrollo deben tener un acceso confiable a tecnologías verdes, inversiones y mercados internacionales.

Lamentablemente, muchas de las políticas comerciales de hoy limitan las ambiciones ecológicas de los países en desarrollo. En particular, la securitización del comercio internacional -impulsada por los intereses geopolíticos de las grandes potencias y los bloques emergentes- amenaza con alterar las cadenas de suministro globales, limitar el acceso a las tecnologías emergentes y consolidar los desequilibrios de poder existentes. Si no se controla, esta tendencia corre el riesgo de socavar la cooperación multilateral y los esfuerzos de integración regional en todo el Sur Global.

El Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono de la Unión Europea es un buen ejemplo. Si bien el MAFC pretende posicionar a la UE como líder global en materia de acción climática, muchos países en desarrollo -especialmente en África- lo consideran una medida proteccionista y cuestionan su alineación con los principios del acuerdo climático de París de 2015.

Estas preocupaciones están bien fundadas. Las investigaciones sugieren que los países africanos podrían perder hasta 25.000 millones de dólares anuales como resultado directo del MAFC, y que las enmiendas propuestasno siempre benefician a los exportadores africanos. Asimismo, a pesar de la creación de la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA por su sigla en inglés), la UE sigue interesada en implementar acuerdos bilaterales fragmentados que minan la agenda de integración de África y debilitan la coherencia de las estrategias comerciales regionales.

Otro ejemplo es el polémico plan de la Organización Marítima Internacional de introducir un impuesto sobre las emisiones de carbono al transporte marítimo. Este impuesto, listo para entrar en vigor en 2028, dista mucho de la ambiciosa tasa sobre las emisiones de carbono por la que habían abogado las economías en desarrollo, que podría haber contribuido a la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono, a la adaptación al cambio climático y a la creación de capacidades en los países más vulnerables al cambio climático.

Los mecanismos de resolución de conflictos entre inversores y estados también presentan desafíos importantes para una acción climática eficaz. Estas disposiciones, incluidas en los tratados internacionales de inversión, suelen limitar la capacidad de los gobiernos africanos para legislar en favor del interés público o aplicar políticas comerciales y de inversión que apoyen la industrialización ecológica y el desarrollo sostenible.

En los últimos años, los profesionales del desarrollo internacional se han centrado cada vez más en la relación entre el comercio y la política climática. Esto indica un cambio de una visión puramente normativa del cambio climático a un enfoque más pragmático que reconoce la política climática como motor del crecimiento económico y la inversión. Al mismo tiempo, el comercio mundial está experimentando una profunda transformación en tanto las principales potencias comerciales dan prioridad a sus intereses geopolíticos y económicos frente a sus compromisos de larga data de no discriminación y cooperación multilateral, debilitando así a la Organización Mundial del Comercio.

En este contexto, tanto las economías desarrolladas como aquellas en vías de desarrollo están implementando paquetes de estímulo fiscal, subsidios y medidas comerciales proteccionistas para alinear sus objetivos climáticos con las estrategias industriales verdes a nivel nacional, con el objetivo de reformular a su favor el orden económico global. La carrera por obtener una ventaja competitiva en las industrias verdes está impulsada en parte por la posición dominante que China ha establecido en los últimos diez años mediante una combinación de expansión fiscal, subsidios estratégicos y control sobre los minerales críticos y las cadenas de suministro clave.

A estas tensiones se suma la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de retirarse del acuerdo climático de París, como ya hizo durante su primer mandato. Esta medida ha erosionado aún más la confianza global y ha socavado la cooperación climática multilateral, poniendo en duda la fiabilidad de los compromisos de los países desarrollados con la agenda más amplia de desarrollo sostenible.

Sin embargo, los períodos de realineamiento geopolítico también pueden crear nuevas oportunidades. Incluso en medio de las crecientes tensiones y de la fragmentación económica, los países africanos tienen la oportunidad de avanzar hacia reglas comerciales más justas y alineadas con el clima. Una de las más prometedoras es una mayor integración regional.

A pesar de las profundas divisiones al interior del G20, la presidencia sudafricana del grupo este año podría ayudar a impulsar políticas comerciales más adecuadas para gestionar los riesgos climáticos y acelerar la transición hacia energías limpias en el Sur Global. La próxima Cumbre de Líderes en Johannesburgo ofrece una plataforma para defender una agenda más inclusiva que integre la gestión de riesgos, la diversificación económica y el desarrollo industrial con una visión a largo plazo de justicia ambiental.

Algunas economías de bajos ingresos son especialmente vulnerables a medidas como el MAFC que, en su forma actual, se aleja de las “responsabilidades comunes pero diferenciadas” que sustenta la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Sin un diseño y una implementación cuidadosos, podría exacerbar las desigualdades dentro de África y poner en peligro la transición energética del continente.

Para evitar este desenlace, el MAFC debe aplicarse a través de un marco transparente y multilateral que reconozca las diferencias en la responsabilidad histórica de los países y su capacidad de respuesta. Redireccionar los ingresos del MAFC hacia el apoyo a las transiciones verdes en las economías de bajos ingresos, por ejemplo, sería un paso en la dirección correcta.

Es igualmente importante ayudar a los países que dependen en gran medida de los combustibles fósiles a diversificar sus economías. Esto plantea un interrogante fundamental: ¿cómo puede aprovecharse la política comercial para fomentar un desarrollo resiliente al clima? La respuesta está en reconocer que la diversificación no solo es fundamental para el crecimiento a largo plazo, sino también para aumentar la resiliencia ante los desastres climáticos y los shocks externos.

Si bien el consenso global sobre las políticas climáticas sigue siendo inalcanzable, los acuerdos y coaliciones comerciales regionales ofrecen un camino viable para avanzar. El AfCFTA, por ejemplo, podría ayudarnos a reinventar el comercio como catalizador de un desarrollo integrador. Al fortalecer el comercio intraafricano y la resiliencia económica, podría contribuir a abrir nuevas vías hacia la soberanía alimentaria, la adaptación al cambio climático y la estabilidad a largo plazo en todo el continente.

El mundo necesita nuevas ideas y relaciones más equitativas entre el Norte Global y el Sur Global. Aunque el panorama geopolítico actual, marcado por intereses egoístas y un liderazgo débil, está plagado de incertidumbre, también crea un espacio para promover soluciones ecológicas y respetuosas con el clima que están en gran medida ausentes de los marcos comerciales existentes.

Cuando el actual período de turbulencias dé paso a una cooperación renovada, debemos estar preparados para introducir un nuevo marco de comercio climático. Un acuerdo de este tipo debería apoyar la descarbonización en todas las industrias, al tiempo que defiende los principios de justicia y solidaridad, garantizando que los países en desarrollo reciban un apoyo activo en su camino hacia un futuro más sostenible.

 

Projet Syndicate

Salem Fakir

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