No existe mayor acto de grandeza que la verdad. La misma tarde o temprano siempre terminará imponiéndose. No importa si desde las esferas del poder secuestrado se trata de borrar de la memoria la mayor gesta electoral labrada por los venezolanos en toda la historia. Fresca en la remembranza del mundo, las escenas de millones de ciudadanos venciendo todas las dificultades hasta lograr darle una paliza a toda una estructura construida desde el abuso. Ríos humanos de voluntades y conciencias que, como caudalosas aguas, fueron construyendo una historia tan lumínica que en un día aplastó a la oscuridad que, creyéndose hegemonía, terminó triturada bajo los pies de un pueblo que les pasó por encima. La revolución fue revolcada con sus héroes de papelillo y banderas de opaco resplandor. La honda herida hizo que se desangrara la mentira hasta quedar exangües. Bofetada olímpica hasta el paraninfo de la conciencia. Millones y millones de sufragios hasta que la ventaja se hizo impresionante. En pocas semanas, Edmundo González logró llegar al corazón de la gente. Por supuesto, gracias al liderazgo de una mujer extraordinaria como María Corina Machado. En ella los venezolanos tenemos una reserva moral que es quien inspira todo este sentimiento de amor y de transformación.
La derrota fue tan dramática que tuvieron que recurrir a un sinfín de tropelías para robárselas. Un complot armado para descuartizar la voluntad ciudadana manifestada en una indetenible hemorragia de sufragios. Tal hecho es reconocido por tirios y troyanos. Desde cualquier centro universal y análisis se sabe que Edmundo González ganó legítimamente la elección. Fue un triunfo tan holgado que hasta los socios de Miraflores fueron paulatinamente zafándose de tener que mantener una posición vigorosa. Para ellos es muy difícil salir a ponerle el pecho a las balas en favor de Nicolás Maduro. Es que fue tan descarada la ratería que hasta sus aliados acostumbrados a lo mismo, no quieren involucrarse. La realidad política venezolana es que la usurpación pudo lograr por la fuerza quedarse con el gobierno. Una minoría cada vez más reducida que la piel de zapa es la que ejecuta en contra de la mayoría que está como secuestrada viviendo en el limbo de la incertidumbre. Una corporación tramposa con mucho poder económico y supremacía militar es la que ha institucionalizado el miedo como ingrediente en el escenario.
El 28 de julio mantiene su vigencia. La mayor de las victorias está por cobrarse. Esa factura encabeza la carpeta de los pendientes. Esa fuerza rebelde sigue allí esperando el momento. La victoria no está huérfana y menos desnuda. La luz democrática impondrá su sello. Con Edmundo González y María Corina Machado viaja la oportunidad de lograrlo.
Alexander Cambero
@alecambero